DIMENSIONES
A mayor dimensión universal, la materia desaparece. Los elementos que la componen son reabsorbidos.
Un ejemplo: la materia oscura es una sustancia invisible que impregna todo el espacio cósmico. Es la nada y no tiene forma o volumen.
Einstein y el tiempo como dimensión
En 1687 Isaac Newton describió la ley de gravitación universal y estableció las bases de la Mecánica Clásica. Fue el primero en explicar con rigurosidad científica la forma en la que se movían los planetas. De acuerdo a Newton, el tiempo era universal para todos los objetos sin importar los movimientos relativos entre ellos, por lo tanto no era una dimensión.
Fue Einstein quien superó esta visión. Su teoría general de la relatividad, publicada en 1915, trata al tiempo como una coordenada en un espacio-tiempo unificado.
Por lo tanto: si el tiempo es una coordenada, para describir un punto en el espacio-tiempo, necesitamos 4 valores, entonces a los valores espaciales (x, y, z) se le sumó la coordenada
¿Qué significa esto? Dadas las cuatro dimensiones básicas en las que concebimos nuestra realidad, percibimos cuatro grados de libertad, es decir, cuatro ejes sobre los cuales movernos. El eje X (al que podríamos simplificar llamándolo el eje derecha – izquierda), el eje Y (arriba – abajo), el eje Z (atrás – adelante) y el eje T (pasado – futuro).
La teoría de cuerdas se presenta como una completa, unificada, y consistente descripción de la estructura fundamental de nuestro universo.
Antes, la física consideraba a una partícula como a un punto que podía moverse en un espacio tridimensional (arriba, abajo, hacia los lados), pero una cuerda en forma de lazo, tiene otras posibilidades de movimiento como por ejemplo la oscilación.
La Teoría de Cuerdas enuncia la existencia de un espacio de 11 dimensiones. Compuesto por las 3 que todos conocemos: la altura, anchura y profundidad, la cuarta dimensión relacionada con el tiempo, y 6+1 dimensiones adicionales “compactadas” formando “membranas” de las cuales se podría escapar parte de la gravedad de ellas en forma de “gravitones”.
Las dimensiones según los físicos: puede haber hasta diez dimensiones del espacio y una del tiempo. La mayoría de estas son imposibles de percibir para los seres humanos. Se basan en la teoría de cuerdas, que busca unificar la de la Relatividad general y la de la Mecánica cuántica. La de la Relatividad apunta al funcionamiento del universo en su amplio espectro; la de la Mecánica cuántica, en lo más pequeño.
Somos seres tridimensionales por lo que estamos limitados por estas 3 dimensiones y no podemos percibir, ver ni interactuar con las otras dimensiones sino tenemos una mente abierta y sensibilidad unida a la creencia de nuestras propias sensaciones
La primera dimensión: longitud: La primera dimensión, pues, es una línea con profundidad pero sin anchura ni altura. Las cuerdas que, de acuerdo a la Teoría de Cuerdas, conformarían la naturaleza elemental del Cosmos serían hilos unidimensionales.
La segunda dimensión: anchura
Cada vez que subimos una dimensión, tenemos que imaginar que “añadimos una línea más” a nuestro Universo. La segunda dimensión, pues, es un plano, una superficie bidimensional que no tiene altura. Es totalmente plano.
La tercera dimensión: altura
Nuestro espacio es de tres dimensiones. Y esta vez, de nuevo, debemos añadir una nueva línea en el espacio. A la longitud y a la anchura sumamos una tercera dimensión que es la altura.
Por lo tanto, un cuerpo tridimensional tiene longitud, anchura y altura. Como tú, tu casa, la Tierra o cualquier cuerpo del Universo observable. En el Cosmos con el que nosotros interactuamos, los objetos son de tres dimensiones y nos movemos en un espacio también tridimensional.
La cuarta dimensión: tiempo
La última dimensión que nuestro cerebro es capaz de comprender. El tiempo es la cuarta dimensión. Año 1915. Albert Einstein publica la famosa Teoría de la Relatividad General. Y en ella, una de las cosas que propuso fue que el tiempo no es algo absoluto, sino relativo. Cada cuerpo del Universo (en realidad, cada partícula de cada cuerpo) se mueve por el tiempo a una velocidad distinta dependiendo de su velocidad relativa respecto a otros objetos y de la intensidad del campo gravitatorio al que está expuesto. El tiempo es relativo. Es modificable. Y “modificable” implica que hay libertad a la hora de fluir por él. . Einstein estaba afirmando que el espacio y el tiempo (que hasta entonces se consideraba algo absoluto) formaban un único tejido llamado espacio-tiempo.
Seguimos sin tener ni idea de qué es exactamente el tiempo, más allá de que es algo que siempre nos impulsa hacia el futuro. Lo que sí sabemos es que es una dimensión más, por lo que a las tres dimensiones espaciales de antes debemos añadir una nueva “línea” que es el tiempo.
En este sentido, el tiempo es una dimensión temporal que conformaría un espacio-tiempo de cuatro dimensiones en el que, en caso de ser seres tetradimensionales, podríamos ver todas las infinitas variaciones tridimensionales que un objeto sigue a lo largo de todo el tiempo del Universo.
La cuarta dimensión, pues, es aquella que nos da libertad para movernos por el tiempo. Esta cuarta dimensión es una colección de sucesos que ocurren (que han ocurrido y que ocurrirán) en las tres dimensiones espaciales. Si ya te está explotando la cabeza, relájate un rato y vuelve, porque ahora sí que vienen curvas.
La quinta dimensión: tiempo bidimensional
Al añadir una dimensión más a la cuarta (el tiempo), lo que pasa es que dejamos de tener un tiempo unidimensional a tener un tiempo bidimensional. El tiempo deja de ser una línea que une dos sucesos temporales (con todos los infinitos sucesos que hay en medio) y pasa a ser un plano con un grado mayor de libertad.
Si fuéramos seres pentadimensionales, no solo nos podríamos mover por el tiempo, sino que tendríamos la capacidad de elegir nuestro futuro. Tendríamos acceso a cualquier suceso tridimensional dentro del plano temporal (dos dimensiones del tiempo) por el que nos desplazamos.
Los seres tetradimensionales (cuatro dimensiones) podían elegir en qué punto del tiempo de su marcada vida desplazarse (no tiene libertad de modificar su futuro). Uno pentadimensional (cinco dimensiones), no tiene nada marcado, sino que todas las posibilidades temporales y físicas se abren ante él. La quinta dimensión permite moverse por el pasado, el presente y el futuro (realmente ya no tiene sentido hablar de estos tres conceptos porque todo se mezcla) y por todas las posibilidades dentro de ese universo temporalmente bidimensional y físicamente tridimensional.
La sexta dimensión: tiempo tridimensional
El mismo procedimiento. Añadimos una línea más a la quinta dimensión y tenemos algo así como un tiempo tridimensional. Hemos añadido un grado de libertad más, así que ahora ya no solo nos podríamos mover a nuestras anchas por un plano temporal, sino que podríamos estar viviendo dos futuros (o dos pasados o dos presentes) diferentes al mismo tiempo. Una persona hexadimensional, estaría en la guardería y casándose al mismo tiempo.
La séptima dimensión: unir Universos hexadimensionales
Ahora debemos convertir la sexta dimensión y sus tres dimensiones espaciales y tres dimensiones temporales en un punto. Tenemos que compactar la sexta dimensión en un punto. La séptima dimensión: una línea entre dos puntos con infinitos puntos entre ellos en la que cada uno de estos puntos es un Universo diferente, con todas sus posibles combinaciones temporales y físicas. La realidad heptadimensional es una sucesión de todos los posibles Universos
La octava dimensión: un plano de Universos heptadimensionales
A la séptima dimensión (que realmente era una línea, el problema es que cada punto de esta línea era un Universo hexadimensional) le sumaremos un grado de libertad más. En este sentido, pasaremos de tener una línea unidimensional (que encierra una realidad de siete dimensiones) a, como sucedía cuando pasábamos de la primera a la segunda dimensión, a tener un plano espacio-temporal. La octava dimensión, pues, es un plano con todas las posibles combinaciones de Universos de siete dimensiones por el que unos hipotéticos seres octadimensionales podrían moverse a sus anchas.
La novena dimensión: un espacio 3-D en una realidad octadimensional
Si a un plano le sumamos una línea más, ¿qué tenemos? Exacto. Un espacio de tres dimensiones. Por lo tanto, a la realidad octadimensional estamos añadiendo un componente tridimensional. Un ser nonadimensional (nueve dimensiones) podría estar viviendo simultáneamente todas las posibilidades dentro de los Universos de ocho dimensiones
La décima dimensión: la Teoría de Cuerdas
La décima dimensión es una realidad espacio-temporal necesaria para que los cálculos matemáticos de la Teoría de Cuerdas no se vengan abajo y consistiría en tomar la novena dimensión y compactarla en un punto. En este punto están comprimidos todos los Universos nonadimensionales (con todas sus posibles combinaciones) en una realidad decadimensional que consiste en un punto espacio-temporal.
La Teoría de Cuerdas nos dice que la naturaleza más elemental de nuestra realidad tridimensional serían cuerdas (hilos) unidimensionales que vibran en esta décima dimensión. La existencia de estas entidades indivisibles permite explicar la naturaleza fundamental de todas las fuerzas del Universo y comprender, por primera vez, la existencia cuántica de la gravedad. Y es que estas cuerdas que se desplazan por un Universo de diez dimensiones explicaría cómo se transmite la atracción gravitatoria en el Cosmos.
La undécima dimensión: la Teoría M
La existencia de una undécima dimensión hace que las cuerdas unidimensionales puedan plegarse formando unas hipersuperficies de entre 0 y 9 dimensiones conocidas como branas que sirven como punto de anclaje para las cuerdas de una dimensión. Lo que son cuerdas en la dimensión 10, pasan a ser membranas en la dimensión 11. En este hiperespacio, podría haber tantos Universos como combinaciones de branas sea posible. Y se estima que hay 10 elevado a 500 posibilidades.
PUERTAS DIMENSIONALES
TODO ESTO DESDE LA FÍSICA, AHORA DESDE LA CONSCIENCIA
La Primera dimensión: Es la encargada de transformar la energía en materia. Por otro lado se puede decir, que la frecuencia básica de los átomos y las moléculas, por lo tanto, es la energía del microcosmos. Es la frecuencia vibratoria de activación del ADN. En este espacio, solo se entiende cómo comienza el ADN y se tiene un nivel de consciencia elemental. El agua, los minerales y las corrientes eléctricas y líquidas de nuestro cuerpo vibran en esta dimensión.
La segunda dimensión: La segunda dimensión, se agrupa al mundo elemental. Entendemos que la vida básica y puramente instintiva se forma en este estado. La mayoría de las plantas y animales habitan en ella. Así como todo lo concerniente al curso de la naturaleza. Dentro de este campo vibracional de segunda dimensión se encuentran además las fuerzas energéticas que rigen los cinco elementos (tierra, agua, fuego, aire y éter), prácticamente éste es el mundo que rige el curso de la naturaleza y la evolución estableciendo las bases fundamentales de la tercera dimensión.
La tercera dimensión La tercera dimensión es el mundo en el que habitamos los seres humanos, es la más fundamental debido a que casi todo el aprendizaje sobre la existencia lo adquirimos aquí a través de nuestras experiencias personales. Realmente, el camino evolutivo/espiritual comienza aquí, en este plano; cada alma es puesta a prueba en un largo camino que llamamos “vida”. Durante este trayecto, la conciencia desempeña un papel determinado en un juego virtual.
La cuarta dimensión: La cuarta dimensión es un estado de conciencia en el que percibimos nuestra parte mental y emocional, además del mundo físico que nos rodea. Con esta definición, es evidente que casi todas las personas están en la cuarta dimensión, pues, en mayor o menor grado, casi todo el mundo percibe sus sentimientos y sus pensamientos.
Cuando una persona fallece, su conciencia se traslada a la cuarta dimensión, cruzando “una luz que se encuentra al final de un túnel”. Este umbral ha sido descrito por millones de personas que han sufrido encuentros cercanos con la muerte.
El “más allá”, como muchos lo conocen, corresponde a un mundo paralelo denominado “plano astral”.
Dicho plano se encuentra dividido en dos zonas principales:
– El “bajo astral”. Es donde habitan los seres de muy baja vibración: las entidades oscuras, los demonios, espíritus malignos, etc. También llamado inframundo o infierno por la cultura popular.
– El “alto astral”. Es donde habitan los seres de vibración elevada; como las almas despiertas, los elementales o espíritus de la naturaleza (duendes, hadas, gnomos, salamandras, ninfas, etc.), los guardianes guía (espíritus benevolentes que ayudan en la evolución espiritual), y en algunos casos hasta ángeles y extraterrestres.
Para la gente que es escéptica, todo esto le parecerá increíble, pero de hecho hay una forma de comprobar la existencia de todo lo anterior escrito.
El plano astral es de fácil acceso puesto que limita seguidamente con nuestra dimensión 3D. Para los que deseen conocerlo, solo deben estudiar una práctica llamada “desdoblamiento astral”.
Dentro de esta 4D también se halla el llamado “mundo onírico” o de los sueños.
La mayoría de las veces que sueñas (más de un 80%) estás en realidad visitando el plano astral. Cuando nuestro cuerpo se queda dormido, el alma realiza un desdoblamiento involuntario, saliéndose del cuerpo y viajando al plano astral (la cuarta dimensión), pues es una frecuencia vibratoria donde la conciencia navega libre de cadenas.
Aquí también se encuentra la memoria de la matrix – conocida como los “registros akáshicos – donde se guardan el pasado, presente y futuro del cosmos. Accediendo a esta memoria podemos navegar por la mente del holográfico y conocer los profundos misterios de las esferas metafísicas.
La Cuarta Dimensión es un pasaje a la quinta dimensión. Es la frecuencia en la que comenzamos a tener conciencia de que no sólo somos un cuerpo físico, y comenzamos a percibir más allá de los sentidos físicos. Los llamados “deja vú” y la sincronicidad, comienzan a hacerse repetitivos y generalizados. Nos damos cuenta de que a muchas personas les ocurre lo mismo. Empezamos a percibir muchos cambios, tanto dentro como fuera de nosotros. Existe una inclinación a “saber”, a tener conocimientos sobre lo espiritual, más que lo religioso, a buscar más información para saber diferenciarlos.
Se siente un llamado, de nuestro Ser Interior, a la necesidad de estar con nosotros mismos. El auto-análisis y el auto-descubrimiento están presentes en este pasaje de la cuarta dimensión.
También nos damos cuenta del cambio que se está produciendo fuera de nosotros; vemos que el clima cambia constantemente, ya no permanece en estaciones, como antes, las horas del día se hacen más cortas, el tiempo ya no nos alcanza para hacer las cosas que hacíamos antes.
En esta dimensión, percibimos el tiempo en décadas cíclicas o en forma de espiral.
Existe un campo cuántico donde se presentan simultáneamente todas las posibilidades y alternativas.
Es la frecuencia de la sincronicidad absoluta, la empatía y la telepatía. Es la última dimensión donde experimentamos con el cuerpo físico, compuesto de carbono 14, como vehículo de aprendizaje.
En esta frecuencia, percibimos la multidimensionalidad, y nos damos cuenta de nuestra responsabilidad, al hacernos conscientes que cada una de nuestras acciones, afecta al Todo.
A nivel humano, tenemos la necesidad de compartir con grupos, revisar nuestras relaciones, buscar sanación y crecimiento con terapias. También es la causa del desmoronamiento de estructuras físicas, económicas y políticas, establecidas desde hace mucho tiempo y que ya no se corresponden con esta nueva vibración. Y cada vez vamos a ver y experimentar más cambios en todos los niveles de aquello que no se corresponda con la nueva energía.
El cambio dimensional es a todas las escalas, no sólo lo estamos experimentando los seres humanos, sino también la Madre Tierra y a una escala mayor, toda la galaxia.
El cambio dimensional no sucede de un día para otro, sino por capas paulatinas de conciencia.
Aceptar la conciencia de la cuarta dimensión, es lo que se llama el salto cuántico, y es el paso más difícil del cambio dimensional, ya que éste implica un profundo cambio de creencias.
La quinta dimensión: Es en esta dimensión donde se experimenta la conciencia grupal que forma un solo Ser de mayores dimensiones. Es una frecuencia energética, no física. El tiempo es un continuo, solo existe el eterno ahora. Así, la quinta dimensión representa el despertar. Pasamos de ser mortales a almas infinitas gracias al nivel elevado de sabiduría colectiva que hemos desarrollado. En este estado, seremos capaces de elegir convertirnos en el orientador de otras almas de las dimensiones anteriores.
La sexta dimensión: La Sexta Dimensión es la que se llama Crística o Búdica, porque es aquí donde se llega al estado de remembranza total. Donde se toma responsabilidad por el Todo y se es el Todo. Es conocida, por los místicos, como la verdadera realidad, los budistas le llaman “nirvana”. También se le señala como la dimensión de la iluminación. Es como si se tratara de una gran biblioteca de almas de luz, que está ubicada a un paso de Dios.
La séptima dimensión: Es una dimensión energética donde el cuerpo espiritual se sobrepone al cuerpo físico. Es la dimensión de conciencias de luz pura, en donde, la muerte, como la hemos experimentado a través de todas las desencarnaciones que hemos tenido, deja de existir, pues la función que cumplía, ya no será más. En esta dimensión no quedan partes dispersas y existe una nueva perspectiva de integración. En ella no existen formas. Solo colores y sonidos. Sin embargo, y aunque en este nivel solo se conoce el uno que se forma con otros, también somos capaces de concientizar los estados que transitamos.
Octava y novena dimensión: el TODO Y LA NADA
"Con constancia y paciencia se avanza cada día en el resurgir de una nueva era".
Los hijos y las Hijas del Amor.
Gracias por Ser, por Estar, por Compartir, por Colaborar en el Amor y la Gratitud
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