AUTOCONTROL


 



Autocontrol

El término autocontrol se compone de la unión de dos palabras que provienen de idiomas diferentes. En primer lugar, se forma por la palabra “auto” la cual procede del griego autos y se traduce como “sí mismo”. En segundo lugar, de la palabra “control” que proviene del francés y que es sinónimo de dominio y control.

La definición del término, por tanto es, “control de sí mismo”.

El autocontrol es un término que ha sido aceptado recientemente por la Real Academia Española (RAEA). Se trata de un concepto que se refiere al control de los propios impulsos y reacciones. Es la capacidad del individuo de regular los impulsos de manera voluntaria, con el objetivo de alcanzar un mayor equilibrio personal y relacional. Tener autocontrol aumenta la capacidad de solucionar los problemas. Una persona con autocontrol puede manejar sus emociones y regular su comportamiento.

La mayoría de nosotros damos por sentado nuestra capacidad de pensar antes de actuar. Pero esto no es tan fácil, es decir, no resistir la tentación, el deseo o impulso de realizar determinada conducta.

Si te identificas con algunas de estas situaciones, es probable que tengas un problema de autocontrol:

Sientes una tensión interior creciente que te provoca un malestar emocional y te impulsa a poner en práctica ciertos comportamientos, aunque sabes que son dañinos.

No logras controlar tu conducta, sigues repitiendo ese patrón a pesar de que eres consciente de que no tiene sentido o que es perjudicial para ti y/o quienes te rodean.

Experimentas a menudo sentimientos de culpa, vergüenza y remordimientos después de haber sucumbido a tus impulsos.

Sueles actuar de manera impulsiva, sin reflexionar sobre las consecuencias de tus decisiones, actitudes y/o comportamientos.

Tienes la tendencia a buscar la gratificación inmediata, a sabiendas de que ese comportamiento puede ir en contra de tus planes e intereses futuros

Consejos para aprender a controlar los impulsos

Conocer las emociones. No podemos controlar algo que no conocemos, por lo tanto el primer paso para tener autocontrol emocional es conocer las emociones y cómo se manifiestan en nosotros. Las emociones básicas se llaman así precisamente porque son universales. En general son fáciles de reconocer y comunes en las distintas culturas. Pero es posible que cada persona las experimente de una manera única percibiendo unas señales o unas sensaciones particulares a cada individuo.

Identificar las emociones. No es lo mismo conocer las emociones que identificarlas. Saber identificar las emociones cuando aparecen es necesario para poder gestionarlas. Cuando algo nos parece injusto o nos frustra es habitual que aparezca la ira. Entonces, y depende de la persona, notaremos cómo se nos acelera el ritmo cardíaco o nos sentiremos acalorados por ejemplo. Esas sensaciones que nos provoca la emoción nos ayudarán a identificarla.

Averiguar qué causa la emoción que queremos controlar. Albert Ellis trabajaba con la premisa de que las emociones que nos afectan negativamente se dan debido a que tenemos un sistema de creencias equivocado sobre nosotros, sobre los demás y sobre el mundo. En su teoría, explica cómo un acontecimiento (A) activa nuestros pensamientos o creencias (B) que son los que causan nuestras emociones (C).

Cambiar los pensamientos o creencias. Como propone Ellis, identificando esos pensamientos o creencias erróneas y cambiándolos por otros más reales y adaptativos, podremos controlar nuestras emociones.

Técnicas de autocontrol emocional

Técnicas de relajación

Las emociones activan nuestro organismo. Por eso la relajación es una técnica muy utilizada en el autocontrol emocional. La relajación muscular progresiva puede resultar muy efectiva si existe un entrenamiento previo que permita realizarla en pocos segundos. Un ejemplo:

Mano dominante y antebrazo: cierra el puño y apriétalo con fuerza como si fueras a dar un puñetazo.

Bíceps dominante: dejando la mano relajada intenta tocar el hombro con la muñeca, o bien aprieta el bíceps como si quisieras sacar músculo.

Mano y antebrazo no dominante: cierra el puño y apriétalo con fuerza como si fueras a dar un puñetazo.

Bíceps no dominante: dejando la mano relajada intenta tocar el hombro con la muñeca, o bien aprieta el bíceps como si quisieras sacar músculo.

Frente: levanta las cejas como arrugando la frente

Párpados: cierra los ojos apretándolo

Nariz y mejillas superiores: arruga la nariz como poniendo cara de asco.

Mandíbula, mejillas inferiores y lengua: aprieta los dientes tensando toda la boca y presiona la lengua contra el paladar.

Cuello y garganta: intenta tocar el pecho con la barbilla. Empuja el respaldo con la cabeza.

Hombros y parte superior de la espalda: estira los hombros hacia atrás y luego hacia delante como si se quisieran tocar.

Pecho: haz una inspiración profunda y contén el aire unos segundos…. Ahora déjalo salir con fuerza.

Abdomen: Encoge o aprieta el estómago como si fueras a recibir un puñetazo.

Espalda inferior: arquea la espalda como si quisieras sacar el abdomen.

Pierna dominante: pisa con fuerza empujando el suelo. Acostada: estira las piernas y los pies.

Pierna no dominante: pisa con fuerza empujando el suelo. Acostada: estira las piernas y los pies.

Una vez que se domina lo anterior, pasamos a relajar zonas más grandes y así hasta que podamos relajar todo nuestro cuerpo en pocos segundos.

La relajación está muy indicada cuando la emoción a controlar es muy activadora, como por ejemplo la ansiedad.

Autoinstrucciones

Las autoinstrucciones son afirmaciones positivas que utilizamos para guiarnos cuando nos enfrentamos a una situación difícil. La técnica requiere confeccionar una lista propia de afirmaciones antes de enfrentarte a la situación problemática. Deben redactarse siempre en positivo, ser realizables y no demasiado largas.

Ejemplos de autoinstrucciones serían: “Puedo controlar las emociones que estoy sintiendo”, “respondo de una manera racional y no emocional”, “elijo cómo me afecta lo que me sucede”

Empatía

La técnica consiste, como su nombre indica en ponerse en el lugar de la otra persona. Cuando comencemos a notar la emoción, de un modo similar a como haremos con la parada del pensamiento, nos transformaremos en la otra persona como si fuéramos actores. Intentaremos entonces tomar en cuenta todo lo relacionado con él o ella para poder comprender su conducta.

Vamos a ver un ejemplo: tu amiga Sandra siempre llega tarde. Hoy habéis quedado a cenar y llevas 15 minutos esperando en el restaurante. Crees que la gente te observa y eso te molesta. Empiezas a notar calor y tensión. Pruebas entonces a utilizar la empatía y te pones en la piel de Sandra. Te das cuenta entonces de que sale tarde de trabajar y eso puede influir en su impuntualidad. Conoces a su familia y sabes que suelen entretenerla y eso también puede influir. Además, sabes que es difícil aparcar cerca del restaurante y eso también es algo a tener en cuenta. Tu activación va disminuyendo y vuelves a sonreír pensando en el buen rato que vais a pasar.

Parada del pensamiento

Esta técnica consiste en detener los pensamientos que están causando la emoción justo cuando notamos que empieza a aparecer. Podemos utilizar la palabra “stop”, “para”, “basta”, u otra similar. Se puede decir en voz alta o nos lo podemos decir a nosotros mismos sin necesidad de pronunciarla. Con un poco de entrenamiento puede resultar muy efectiva. Es una técnica muy utilizada en psicología para los pensamientos recurrentes asociados a algunos trastornos.

Veamos un ejemplo con una emoción positiva: imagina que estás en un examen de oposición que llevas todo el año esperando. El aula está repleta y no se escucha ni un ruido. Todos tus compañeros están concentrados en su examen y a ti te viene a la mente eso tan gracioso que te pasó por la mañana. Los pensamientos sobre lo sucedido van apareciendo uno tras otro y empieza a resultarte difícil aguantar la carcajada… ¡stop! Paras los pensamientos y vuelves a la realidad. Una vez controlada la emoción sigues con tu examen como antes

Ejercicios de autocontrol emocional

Juegos:

Puzzles y juegos de completar: le sirven para mantener la atención. Es conveniente ir aumentanto la dificultad. 

Juego de las diferencias: los típicos pasatiempos, le ayudan a focalizar la atención. Igual que los laberintos, juegos de unir los puntos, sopas de letras etc

Cadenas de palabras: para jugar en grupo. La persona que comienza le dice al otro una palabra y cada jugador/a debe ir sumando palabras y repitiendo la cadena. Quien se equivoque pierde.

Juego del veo veo: este ya lo conocemos todo el mundo. “Veo veo, ¿qué ves? Una cosita, ¿y qué cosita es?”

Dibuja lo que recuerdes: observamos una figura o dibujo y luego lo ocultamos. Hay que intentar reproducrirlo.

Narración de lo que hago: las autoinstrucciones ayudan a generar un diálogo interno y a observar la propia conducta. 

El ejercicio físico

La actividad física es una herramienta muy efectiva para reducir la ira y la ansiedad generada por conflictos y discusiones. ¿Qué puedes hacer cuando sientes que la ira empieza a desbordarse y te cuesta controlarla?

Date la oportunidad de liberar esa emoción, canalizándola de forma positiva a través del ejercicio físico; tarea, por otra parte, altamente recomendable para tu salud.

Cualquier actividad aeróbica que sea de tu agrado (nadar, correr o andar a paso ligero), te ayudarán a aumentar los niveles de endorfinas en tu cuerpo, esos neurotransmisores del cerebro que producen la sensación de bienestar.

Diario emocional

Registra tus emociones en un diario emocional. Por extraño que te pueda parecer dedicar un tiempo al final del día a escribir las emociones que hemos sentido y qué las ha causado nos será de gran ayuda en su control. Digamos que nos haremos expertos en nuestras emociones, el modo en que nos afectan según lo que nos suceda y cómo solemos reaccionar a determinadas circunstancias. Por ejemplo:

Hoy me he sentido frustrado cuando no encontraba aparcamiento al volver a casa y eso además ha hecho que contestara mal a mi hijo cuando me estaba contando cómo le había ido el día.

Por la mañana en la oficina me he sentido muy avergonzado cuando mi jefa me ha dicho que mi informe tenía errores. El sentirme así ha dificultado mi concentración en el trabajo durante el resto de la jornada.

Atención plena

Reúne pensamientos que te despierten una emoción concreta y trata de mantenerla durante un rato sin juzgarla, solo siéntela. Este ejercicio resta algo de poder a las emociones negativas. Si bien hay algunas que no son agradables, el experimentarlas durante un rato de forma consciente te hace ver que realmente no puede hacerte tanto daño como creías. Para este ejercicio también puedes utilizar un libro, una película o música que evoquen la emoción elegida.

Por ejemplo: pon esa película que no has vuelto a ver porque no podías parar de llorar. Sumérgete en la historia y deja que la tristeza te invada para experimentarla conscientemente.

Cuando todo falle, busca un espejo

Varios estudios han demostrado que cuando te ves a ti mismo reflejado eres capaz de observarte desde una perspectiva más objetiva y por lo tanto separarte durante unos instantes de tu emocionalidad.


Cuanto más consciente seas de lo que estás haciendo, más capacidad de controlar tus emociones tendrás. Y observarte en un espejo incrementará tus niveles de autoconsciencia y te ayudará a comportarte de forma más sociable.



¿La conclusión?

Si quieres aprender realmente cómo controlar tus emociones debes saber que no hay una solución única. Aunque también se ha demostrado que tu propio lenguaje corporal es capaz de influir sobre tus emociones, encontrar la estrategia más adecuada para regular los sentimientos negativos y entender su origen para tratar la causa es la única forma de evitar que tomen el control de nuestra mente.







 "Con constancia y paciencia se avanza cada día en el resurgir de una nueva era".

Los hijos y las Hijas del Amor.

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